martes, 3 de agosto de 2010

Pensamientos de un anarquico


Anarquía y anarquista encierran lo contrario de lo que pretenden sus detractores. El ideal anárquico se pudiera resumir en dos líneas: la libertad ilimitada y el mayor bienestar posible del individuo, con la abolición del Estado y la propiedad individual. Si ha de censurarse algo al anarquista, censúresele su optimismo y la confianza en la bondad ingénita del hombre. El anarquista, ensanchando la idea cristiana, mira en cada hombre un hermano; pero no un hermano inferior y desvalido a quien otorga caridad, sino un hermano igual a quien debe justicia, protección y defensa. Rechaza la caridad como una falsificación hipócrita de la justicia, como una ironía sangrienta, como el don ínfimo y vejatorio del usurpador al usurpado. No admite soberanía de ninguna especie ni bajo ninguna forma, sin excluir la más absurda de todas: la del pueblo. Niega leyes, religiones y nacionalidades, para reconocer una sola potestad: el individuo. Tan esclavo es el sometido a la voluntad de un rey o de un pontífice, como el enfeudado a la turbamulta de los plebiscitos o a la mayoría de los parlamentos. Autoridad implica abuso, obediencia denuncia abyección, que el hombre verdaderamente emancipado no ambiciona el dominio sobre sus iguales ni acepta más autoridad que la de uno mismo sobre uno mismo.

Sin embargo, esa doctrina de amor y piedad, esa exquisita sublimación de las ideas humanitarias, aparece diseñada en muchos autores como una escuela del mal, como una glorificación del odio y del crimen, hasta como el producto morboso de cerebros desequilibrados. No falta quien halle sinónimos a matoide y anarquista. Pero, ¿sólo contiene insania, crimen y odio la doctrina profesada por un Reclus, un Kropotkin, un Faure y un Grave? La anarquía no surgió del proletariado como una explosión de ira y un simple anhelo de reivindicaciones en beneficio de una sola clase: tranquilamente elaborada por hombres nacidos fuera de la masa popular, viene de arriba, sin conceder a sus iniciadores el derecho de constituir una élite con la misión de iluminar y regir a los demás hombres. Naturalezas de selección, árboles de copa muy elevada, produjeron esa fruta de salvación.

No se llame a la Anarquía un empirismo ni una concepción simplista y anticientífica de las sociedades. Ella no rechaza el positivismo comtiano; le acepta, despojándole del Dios-Humanidad y del sacerdocio educativo, es decir, de todo rezago semiteológico y neocatólico. Augusto Comte mejora a Descartes, ensancha a Condillac, fija el rumbo a Claude Bernard y sirve de correctivo anticipado a los Bergson nacidos y por nacer. Si el darwinismo mal interpretado parecía justificar la dominación de los fuertes y el imperialismo despótico, bien comprendido llega a conclusiones humanitarias, reconociendo el poderoso influjo del auxilio mutuo, el derecho de los débiles a la existencia y la realidad del individuo en contraposición al vago concepto metafísico de especie. La Ciencia contiene afirmaciones anárquicas y la Humanidad tiende a orientarse en dirección de la Anarquía.

Hay épocas en que algunas ideas flotan en el ambiente, hacen parte de la atmósfera y penetran en los organismos más refractarios para recibirlas. Hasta Spencer, hasta el gran apóstol de la evolución antirrevolucionaria y conservadora, tiene ráfagas de anarquismo. Los representantes mismos del saber oficial y universitario suelen emitir ideas tan audaces, que parecen tomadas de un Bakunin o de un Proudhon. Un profesor de la Universidad de Burdeos, Duguit, no vacila en repetir: "Pienso que está en camino de elaborarse una sociedad nueva, de la cual han de rechazarse tanto la noción de un derecho perteneciente a la colectividad para mandar en el individuo como la noción de un derecho del individuo para imponer su personalidad a la colectividad y a los demás individuos. Y si, atendiendo a las necesidades de la exposición, personificamos la colectividad en el Estado, niego lo mismo el derecho subjetivo del Estado que el derecho subjetivo del individuo". (Las transformaciones del Estado, traducción de A. Posada).

No quiere decir que nos hallemos en vísperas de establecer una sociedad anárquica. Entre la partida y la llegada median ruinas de imperios, lagos de sangre y montañas de víctimas. Nace un nuevo Cristianismo sin Cristo; pero con sus perseguidores y sus mártires. Y si en veinte siglos no ha podido cristianizarse el mundo, ¿cuántos siglos tardará en anarquizarse?

La Anarquía es el punto luminoso y lejano hacia donde nos dirigimos por una intrincada serie de curvas descendentes y ascendentes. Aunque el punto luminoso fuese alejándose a medida que avanzáramos y aunque el establecimiento de una sociedad anárquica se redujera al sueño de un filántropo, nos quedaría la gran satisfacción de haber soñado. ¡Ojalá los hombres tuvieran siempre sueños tan hermosos!

1 comentario:

  1. Tú y tus paranoias, cada día me sorprendes más :P pero para bien, obviamente.
    Aaaaay mi hermano, leche!
    Un besico, te quierooo!(L)

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